Entro al bar como todos los viernes, se sento en la mesa que estaba contra la pared, justo al frente de la ventana.
Pidio un café y dos tostadas, como siempre, y empezo a mirar alrededor, miro hacia el techo y se detuvo un rato, con la mirada fija en una mancha de humedad. Luego siguio estudiando el lugar.
Iba tan seguido a ese bar que se le habia hecho cotidiano, ya no recordaba porque le gustaba tanto ese bar, sino que iba por costumbre.
Derrepente, casi sin querer, el mozo lo interrumpio, con una mirada culpable le dijo: - aca esta el cafecito y las tostadas don Nestor.
El hombre hizo un movimiento rapido, pero corto con la cabeza hacia la derecha, como para volver en si; miro la mesa con todo servido, y por ultimo, miro al mozo, que seguia teniendo esa mirada brillante de culpa.
Gracias mijo, dijo el viejo.
Miro la taza de café, y entrecerro los ojos, luego la levanto para oler el café, costumbre que tambien habia perdido con el tiempo.
Comenzo a tomar café, de a tragos cortos, saboreandolo y mordiendose el labio inferior despues de cada sorbo. Parecia disfrutar ese café como si fuera el ultimo de su vida.
De repente, los mozos notaron que la mirada del viejo se desconecto, quedo fija en la ventana, donde se notaba claramente el reflejo del viejo.
Se notaba por su forma de hablar, y de caminar, que no era un viejo cualquiera. Que no tenia una historia diferente. Y al parecer, en ese momento, esa historia corria como una pelicula ante sus ojos.
Este viejo simpatico que todos veian, en su epoca de juventud tuvo todas las posibilidades para armar una vida equilibrada, no conocio nunca a una mujer que se le negara, tuvo todas las que quizo en el momento que quizo.
El dinero tampoco le falto, debido a que venia de una familia dueña de campos y fabricas.
Podria haber estudiado y ser el mejor en el campo laboral que hubiera elejido. Pero nada de esto paso, debido a su arrogante juventud.
El unico problema que tenia era la toma de decisiones, a nadie en su familia le importaba si su hijo estudiaba, siempre y cuando luzca bien, a nadie le importaba si su hijo era feliz, siempre y cuando presumiera ente sus amigos con su auto convertible. Una familia totalmente superficial, en la cual no importaba el ser, sino el tener. Y este viejo, de joven tuvo todo lo que queria, y todo lo queria era tener objetos para mostrar y ser mejor que otros.
¿Qué valores puede tener un ser criado bajo esos conceptos? Se preguntaba el viejo, con los ojos llorozos que no se quitaban del reflejo de la ventana, en el cual veia a un ser vacio y solitario, repitiendo una rutina que a habia perdido el sentido.
No tenia un concepto formado sobre el amor, siempre rodeado de mujeres interesadas por su doble apellido, a esta altura de su vida se dio cuenta que nisiquiera lo conocian ,lo unico hacian, era pasearlo por la mas alta pasarela de la sociedad, y para el, esa era su vida.
Su mirada paso de ser una desconeccion a una afliccion, los musculos relajados de la cara del viejo hablaban por si mismos, las cejas levantadas y los parpados a medio abrir, daban a entender que este pobre hombre queria nacer de nuevo para aprender a vivir, porque ciertamente, hasta ahora no sabia lo que era vivir.
El vapor del café, todavia caliente se paseaba por su cara, aprovechando la inmovilidad de esta.
Sin sacar la vista del reflejo, Nestor, empezo a urgar los bolsillos internos de su saco, con desgano, como si la mano tuviera voluntad propia. Hasta que saco del interion de su ropaje un atado de cigarrillos Benson. Saco un cigarrillo y lo prendio
A esta altura, los mozos estaban impresionados por la inexpresion del cliente
El humo del cigarrillo se suspendia en frente de la cara del viejo, pero este seguia inmovil.
Se vio de repente, en el vidrio, joven de nuevo, abrio los ojos y movio la cabeza hacia atrás.
En ese momento, parpadeo, despues de casi tres minutos sin hacerlo.
Despues de cerrar los ojos y abrirlos nuevamente, todo volvio a la normalidad, seguia siendo un viejo con una vida malgastada, solo, sin mas amigos que un perro, al cual los años habian golpeado al igual que a su dueño. Un amigo cuya compañía no tenia mas motivacion que ser alimentado.
En el momento que todo esto se le cruzo por la cabeza, bajo la mirada, todavia triste, levanto la mano derecha, agarrando sin interes la taza de café y bebio lo que quedaba.
Antes de retirarse, dio un ultimo vistazo al vidrio y se levanto moviendo la cabeza de lado a lado. Metio la mano en el bolsillo derecho y saco un billete de dos pesos, luego, introdujo la mano en el bolsillo izquierdo y saco un puñado de monedas y se retiro, con una vision mas clara de su vida. Se dio cuenta de que los hombres no son ganadores por sus poseciones, sino por sus decisiones, llamo a su perro y se fue, dejando las tostadas en el bar.
Hace 2 meses
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